Escaño abierto
Una decisión por México
Arturo Zamora Jiménez
El próximo domingo ha de ser una auténtica fiesta cívica en la que los ciudadanos voten en paz, tranquilidad y con entusiasmo para definir el futuro inmediato de México. La decisión que México necesita es un voto fundado en la confianza y en la seguridad de lo que los ciudadanos pueden esperar de las próximas legislaturas y los nuevos gobiernos.
Al cabo de noventa días de intensas campañas político electorales, es preciso dejar atrás el encono que, en forma natural, despierta la competencia democrática, desechar la estridencia de las consignas partidistas y el aturdimiento que llega a provocar nuestro modelo de comunicación política, para dar lugar a la reflexión serena, a la ponderación informada y a la decisión responsable de lo que está en juego este primero de julio.
Quienes de una u otra manera estamos involucrados en este proceso electoral, estamos obligados a abonar a que los comicios del 1º de julio se desenvuelvan en orden y paz, para que la ciudadanía concurra masivamente a las urnas y la familia cumpla la obligación primordial de votar por sus representantes y gobernantes de los próximos años.
La disyuntiva es clara en cuanto a la presidencia de la República: se trata de optar entre la vuelta al pasado, o la propuesta de transformación nacional con orden y rumbo de José Antonio Meade.
Se trata de elegir a quien sea capaz de enfrentar y resolver exitosamente los retos que tenemos a la vista. Debemos construir un andamiaje institucional, nacional y federativo que asegure una justicia efectiva y seguridad y paz a las familias, los negocios y las comunidades, como ha planteado José Antonio Meade.
Asimismo, necesitamos evaluar, corregir y mejorar las políticas públicas para reducir la desigualdad y eliminar la pobreza extrema, como Meade se compromete a hacerlo para 2024. Es indispensable un buen gobierno y un liderazgo moderno y democrático que entienda y reconozca sinceramente el valor de la sociedad civil organizada y de sus agendas de trabajo, para que participe de manera incluyente, en armonía y unidad, en las grandes tareas que México tiene por delante.
Una obligación impostergable de los poderes públicos es concluir la edificación del Sistema Nacional Anticorrupción y para ello es menester tener a la cabeza del Ejecutivo federal a un hombre honesto, sin cuestionamientos y probadamente honrado que convoque a las autoridades estatales y a los congresos locales a poner en plena operación este sistema en todo el país.
México requiere un líder que entienda la complejidad del mundo que vivimos, capaz de dialogar en los foros multilaterales y los acuerdos regionales para conducir a México en un escenario internacional de turbulencias financieras y comerciales como el que ya tenemos.
Frente a estas circunstancias, el país no puede arriesgarse a la improvisación, la inexperiencia o la visceralidad motivadas por la ignorancia, el prejuicio ideológico o la ficción del “enemigo interno o externo”, tan socorrida en los regímenes autoritarios y populistas para legitimar medidas antidemocráticas y coartar las libertades.
Este domingo primero de julio la ciudadanía mexicana deberá elegir entre un futuro de esfuerzo, estabilidad y responsabilidad, para seguir construyendo el mejor futuro posible, o dejarse arrebatar por el enojo y saltar al vacío con la esperanza de conquistar un paraíso ilusorio. Con serenidad, determinación y realismo, votemos por José Antonio Meade.